jueves, 30 de junio de 2016

tecnologia Robotica y Cibernetica

Aunque el progreso de la robótica no se ha producido con la rapidez que se presentaba en la ciencia-ficción de décadas atrás, ni en las direcciones que entonces parecían las más obvias, ya no hay duda que los robots han llegado para quedarse. Su impacto en la sociedad ha quedado bastante disimulado hasta hace pocos años, ya que la inmensa mayoría de los robots estaban recluidos en las factorías o envueltos en misiones militares secretas. Los primeros robots domésticos comercializados a gran escala, que barren, aspiran y friegan los suelos, son la primera oleada de la robótica cotidiana, como lo fueron a principios de la década de 1980 los primeros ordenadores personales.

En los laboratorios, y para tareas científicas o de seguridad sobre el terreno, ya existe toda una fauna de robots a cada cual más asombroso. Una flota creciente de robots submarinos realiza mediciones oceanográficas, pudiendo navegar de manera autónoma durante semanas y hasta meses. Algunos descienden a enormes profundidades oceánicas. El robot Dante, con cerca de media tonelada de peso y ocho patas, se hizo famoso por su capacidad de descolgarse, cual araña cibernética, por el interior de cráteres de volcán, haciendo honor a su nombre. Los robots insectoides han conseguido todo tipo de hazañas, desde convertirse en líderes de un grupo de cucarachas, a trepar por las paredes con una facilidad pasmosa. En conductas muy simples, los robots con apariencia humana comienzan a ser confundidos con humanos reales. A los robots policiales para desactivación o detonación segura de artefactos explosivos se les han unido colegas preparados para inspeccionar in situ zonas de desastres nucleares, limpiar vertidos tóxicos en factorías químicas, y ayudar de manera crucial en rescates de personas atrapadas bajo escombros o sumidas en otras situaciones límites.

En el ámbito militar, el despliegue de los robots es mucho más sigiloso que en otros sectores, por evidentes motivos de secreto estratégico. Pese a ello, se sabe que las tropas estadounidenses en Irak desplegaron varios miles de robots. Y ya hay quien, desde su condición de experto en robótica, alerta de que no puede permitirse que los robots decidan por su cuenta si atacar o no a un humano.

La tecnología robótica avanza por diversos ámbitos. La capacidad de ver el entorno e interpretarlo de manera correcta y rápida sigue aumentando. También hay ya prototipos de robots que saltan, otros que vuelan, algunos que se deslizan como las serpientes, y otros con los más variopintos métodos de locomoción y formas corporales.
 
Entre los prototipos ensayados en laboratorios, destacan un robot que "come", pues obtiene su energía a partir de un procesamiento de materia orgánica comparable a la digestión; otro metamórfico, que cambia la forma de su estructura externa de termoplástico moldeándola para, por ejemplo poder pasar por un espacio estrecho; e incluso se han hecho ya experimentos de robots capaces de fabricar a otros con su misma capacidad.

De los robots que he tenido la oportunidad de contemplar funcionando ante mí, el que más me impresionó fue un prototipo previo del Sojourner que desembarcó en Marte en 1997.

He conocido personalmente a algunos robotistas, incluyendo a Rajiv Desai de la NASA, del equipo técnico responsable del prototipo que acabo de citar, y a David Miller que trabajó en el MIT, el Caltech (Instituto Tecnológico de California) y la NASA.



El futuro es de los robots
La tecnología robótica avanza día a día a pasos agigantados, y muchos dilemas o problemas que los robots plantean, y que la sociedad humana aplazaba hacia un futuro lejano, se vuelven actuales, como por ejemplo el caso de la desigual competencia entre humanos y robots por el empleo. Por otra parte, a medida que la ciencia y la ingeniería perfeccionan sus desarrollos robóticos se puede empezar a comparar los prototipos actuales con lo que hasta hace pocos años imaginábamos que sería el futuro.
-En el futuro: Humanos vs. Robots
Un grupo de investigadores ha realizado un estudio según el cual en apenas 30 años los humanos deberán competir con los robots por los puestos de trabajo; lo cual implicaría en muchos casos la necesidad de injertar implantes que vuelvan a los humanos más robóticos, es decir, más eficientes para esta competencia. Según el estudio, citado por el periódico británico Daily Mail, en 2040 el humano tendrá dificultades en la vista, cinturas anchas y genitales más pequeños que ahora, por las exigencias laborales a las que estará sometido. Por esta razón aparecerán los implantes biónicos, similares a los smartphones en los oídos, chips de seguridad en los dedos, y todo lo que se invente y favorezca a mejorar la aptitud física y mental. De todas formas, el estudio advierte que todavía muchos empleos no podrán ser reemplazados por robots, como los que implican la toma de decisiones, la creatividad; o como por ejemplo, la construcción de robots.
-En la actualidad: Hormigas Robot
Científicos estadounidenses del SRI International ya han desarrollado y construido hormigas robots que permitirían mejorar mucho la performance de la fabricación de pequeños objetos de vidrio, metal o madera. Estas hormigas trabajadoras robóticas se mueven a una velocidad de 35 centímetros por segundo, y podrían ser muy útiles en la construcción de estructuras de células artificiales o circuitos eléctricos.


-No serán como Terminator

Una de las principales diferencias entre lo que la humanidad imaginaba que serían sus robots del futuro y lo que el presente de la robótica propone, es la contextura: no se trata en absoluto de formas sólidas y rígidas como el famoso Terminator, sino por el contrario de robots casi siempre pequeños, flexibles y compuestos de partes blandas; así es Bubbles, un pez robot exactamente igual a una carpa, desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachussets. Se trata del primer robot autónomo y autosuficiente hecho casi íntegramente con partes blandas. Sucede que los robots blandos no requieren el control total de sus movimientos (como sucede con los rígidos), por lo que son mejores para desenvolverse en entornos no controlados, como por ejemplo en un desastre natural.

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